Antes, ese documento había sido aprobado por la Duma y el Consejo de la Federación, las dos cámaras del Parlamento ruso. De esta manera, han concluido todos los procedimientos necesarios para legitimar la participación de Rusia en el proyecto destinado a obtener energía termonuclear, una fuente energética poderosa, confiable y limpia desde el punto de vista de la ecología.
"El sol artificial terrestre", donde ocurrirán reacciones termonucleares análogas a las que se producen en el Sol, promete solucionar el problema del hambre energético de la humanidad. En las entrañas del ITER se obtendrán temperaturas del orden de los 150 millones de grados (en el Sol 20 millones de grados). Algo increíble.
"La humanidad ha tenido la suerte de que algo semejante haya podido lograrse", afirmó el académico Yevgueni Vélijov, presidente del Centro Científico ruso Instituto Igor Kurchátov, uno de los expertos responsables del proyecto en calidad de director del Consejo Ejecutivo ITER.
El reactor energético termonuclear internacional se creará en tierra francesa, en la localidad de Cadarache, y supone la unificación esfuerzos intelectuales y materiales de muchos países.
Valorado en $13.000 millones, el proyecto se pondrá en marcha con aportes de Rusia, países de la Unión Europea (UE), India, China, Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
La energía termonuclear es el sueño de los físicos porque es una fuente energética más segura que la nuclear. La energía termonuclear no supone riesgos de explosiones, o contaminación radiactiva y excluye las reacciones en cadena por cuanto se realiza en base a la fusión de los elementos y no a partir de su desintegración.
La planta eléctrica termonuclear es una construcción muy compleja.
"En el interior del reactor se obtienen presiones y temperaturas de magnitudes tan elevadas, que durante mucho tiempo, incluso el problema referente al encendido del plasma termonuclear parecía una tarea irrealizable, -dijo Vélijov.- Actualmente todo eso es real y es posible alcanzar su realización práctica".
Hace apenas medio siglo en todo el planeta, sólo dos personas podían hablar y comprender ese tema; uno era el físico ruso Igor Tamm, laureado con el Premio Nóbel, y el segundo era Andrei Sájarov, para ese entonces un joven aspirante a doctor en ciencias, que posteriormente llegaría a convertirse en otro notable académico y Premio Nóbel.
El maestro inculcó en su discípulo su idea fundamental, cuya esencia expuso en un modesto compendio didáctico sobre la teoría de la electricidad en 1934.
La historia de ITER comenzó en 1992 cuando Rusia, Estados Unidos, Japón y la UE convinieron unificar esfuerzos para la ejecución del proyecto técnico encaminado a la construcción del primer reactor experimental de fusión termonuclear (ITER).
La base teórica y técnica de su desarrollo sirvieron las denominadas instalaciones Tokomak, creadas por físicos en tiempos soviéticos. Ese nombre, acrónimo del ruso reflejaba el principio de trabajo de esas instalaciones, una cámara tiroidal de bobina magnética.
La idea del Tokomak fue promovida por Sájarov en los años 60 y resultó la única viable entre las 114 propuestas por la comunidad física mundial para desarrollar la tecnología de fusión termonuclear.
La concepción del Tokomak de Sájarov fue comprobada con éxito de forma experimental en el Instituto Igor Kurchátov. Para la realización del proyecto ITER también fue importante logros obtenidos por científicos rusos en materia de superconductores y métodos originales para el calentamiento gradual de plasma de electrones.
"No somos únicamente los autores de la idea, sino también sus iniciadores, promotores y participantes activos del proyecto, lo que es motivo de orgullo, - subrayó Vélijov-. Si en su tiempo Gorbachov no hubiese podido ponerse de acuerdo con Miterrand y posteriormente con Reagan, no habría salido nada".
El aporte de Rusia equivale al 10 % del costo de construcción del reactor. Y la inclusión del país en este programa promisorio es apoyada a nivel estatal con el programa federal "Reactor Termonuclear Internacional ITER".
Si se comprueba la viabilidad del reactor ITER se necesitarán todavía decenas de años para que aparezcan las primeras centrales eléctricas termonucleares en capacidad de abastecer las necesidades energéticas de la población.
Según cálculos científicos, para alimentar una central eléctrica convencional de 1.000 megavatios es necesario un tren cargado de carbón con una longitud desde París a Estrasburgo.
Si esa central fuera de gasóleo harían falta siete superpetroleros y, si fuera nuclear, ocho camiones con uranio.
Una central termonuclear de la misma potencia no necesitaría más que una camioneta cargada con agua y en calidad de desechos, produciría helio, un gas inerte e inofensivo.
No obstante, no todos los físicos rusos aplauden el ambicioso proyecto ITER.
El académico Zhorés Alfiórov, vicepresidente de la Academia de Ciencias de Rusia y laureado con el Premio Nobel considera que "la humanidad ya tiene un reactor termonuclear óptimo y natural, el Sol- que envía a la Tierra enormes cantidades de energía". Si se aprende a transformar esa energía se podrá satisfacer cualquier necesidad energética de la humanidad durante centenares de años. En ese problema precisamente trabaja Alfiórov.
Fuente: Novosti.
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